Puros Cuentos
|
Posted:Nov 19, 2007 11:23 pm
Last Updated:Jan 27, 2009 10:37 pm 5248 Views
|
Bienvenidos a Puros Cuentos, aquí podrán leer algunos de mis cuentos, espero sean de su agrado.
Saludos.
Rene
|
|
0
Comments
|
|
"El Centauro y el Escorpión"
|
Posted:Nov 19, 2007 11:26 pm
Last Updated:Jan 27, 2009 10:36 pm 5345 Views
|
Cuenta la leyenda que existió un centauro, que vivÃa en lo más alto de una montaña, cada atardecer disparaba una flecha hacÃa su padre Sol para acompañarlo en su peregrinar celestial.
Pero sucedió que un dÃa, después de haber lanzado una flecha, una voz femenina lo sorprendió.
-¡Que el sol te proteja, hijo del fuego!
-Igual para vos, seas quien seas, dulce dama.- Al tiempo que trataba de saber el origen de aquella voz tan hermosa y misteriosa.
-Gracias, más yo soy hija del agua.
-Esta bien hija del agua, sal para que pueda verte.
-¡no!, Querido centauro, no quiero que huyas al verme, muchos solo ven la apariencia externa, no lo inmortal y verdadero que se halla escondido en lo más profundo de cada ser.
-No soy como los otros, pues el ser mitad caballo, mitad hombre me hace diferente. ImagÃnate... ¿qué serÃa del universo sin la diversidad? Es en la diversidad donde se encuentra la belleza y armonÃa de este mundo.
-Lo se, amigo centauro, por eso decidà hablar contigo; al ser diferente se puede estar solo, a pesar de estar rodeados de seres y objetos.
-Entonces, ¿por qué te ocultas? Manifiéstate sin temor, ya que si te veo, te mirare con los ojos del espÃritu con los cuales se ve la verdadera esencia.
-No, todavÃa no, no quiero romper con este mágico momento.
-Esta bien, pero al menos dime tu nombre para llamarte por el.
-Mi nombre lo sabrás al verme.
-Si asà lo deseas, pero me has intrigado, ¿por qué temes que huya al verte?-
-Porque el Creador al darme vida, creyó conveniente poner en mi un veneno mortal, más no es un veneno cualquiera, sino uno que transmuta en algo mejor aquello que toca, siempre y cuando se hallan preparado para ello. Pero los seres comunes huyen al verme; también por hablar con la verdad creen algunos que es mi más poderoso veneno, ya que la verdad no es siempre bella, pero asà es la verdad. Para ese momento la oscuridad reinaba en lo alto de aquella montaña y la luna iluminaba con sus rayos plateados a la tierra.
El centauro se habÃa sentado sobre sus cuatro extremidades equinas, a la vez que descansaba su carcaj, sus flechas y su arco, el clima comenzaba a ser frÃo, pues el invierno y la naturaleza empezaba a dormitar. Por lo que el centauro reflexionó.
-Sobre la verdad... te he de ser sincero, mi padre sol pronto se alejará y la oscuridad será mayor que la luz; en estos dÃas oscuros y gélidos me invade también la soledad, es cuando más quisiera estar con mi padre permanentemente en el cielo, es por eso que cada atardecer vengo a esta montaña, tomo una flecha, tenso mi arco, en la flecha concentro mi cuerpo, alma y espÃritu para que se una al sol y yo sea uno con él. Sin embargo también entristezco, pues algún dÃa envejeceré y no podré tensar más mi arco, pues las fuerzas me abandonarán y temo ya no estar con mi padre. Pero sobre todo, me pesa dejar este plano sin haber encontrado a alguien que hiciera menos dura la soledad, alguien que motivara una sonrisa y una lagrima. He buscado incluso en las hijas de los hombres, algunas muy bellas, pero solo eso .
No quiero llegar con mi padre y mostrarle un corazón estéril quiero llegar con un corazón radiante como si el propio sol habitara en el.
En ese momento, debajo de una piedra salió un escorpión, que a la luz de la luna se veÃa como el escorpión más bello que hubiera existido en la tierra. Bajo la luz de la luna su color negro brillaba intensamente; se acerco al centauro, su dulce voz se quebró por la emoción.
-Querido centauro, en verdad que tus palabras han penetrado la coraza que rodeaba a mi corazón, con un rayo de luz lo has iluminado; el calor de tus palabras lo ha descongelado. Gracias por no haber huido al verme.
-No tenÃa por qué, bello escorpión; he visto tu alma y no la envoltura. En cuanto a tu veneno no le temo, por el contrario.
Yo también he visto en ti, no al centauro, sino aquello que se halla oculto en tu interior.
El silencio reinó y en lo más alto de una montaña un centauro y un escorpión se vieron a los ojos; en ellos contemplaron al universo.
El centauro tomó de su carcaj una flecha de oro que guardaba para su ultimo tiro, se levanto del suelo, tenso su arco, apunto al cielo al tiempo que miraba al escorpión.
-Por favor, amado escorpión, sube a mi espalda.-
-¿Qué te propones? ¿Qué piensas hacer?-
-No quiero que este momento se olvide ya que has hecho que experimente como si un millón de escorpiones me hubieran picado e iluminaran con su veneno a mi corazón; como si el sol estuviera dentro de mi y sin temor a equivocarme dirÃa que conocà el Amor pero como nunca hubiera podido concebirlo mortal alguno, más allá de mis expectativas, más allá del tiempo, del espacio. Quiero que subas a mi espalda y cuando lo hagas introduce tu veneno, asà estaremos unidos para siempre y nuestros cuerpos ya no serán barrera para nosotros, pues nos liberaremos de ellos. ¡Escorpión hazlo... Ya nada me detiene en la tierra.
El escorpión se subió al centauro y en su lomo introdujo su veneno, guardando un poco para si misma.
-Esta bien, amado centauro. Yo iré a donde tu vayas, tampoco tengo nada que hacer en este mundo.-
El centauro decidido tensó más su arco hasta que empezó a sentir un calor que lo inundaba; en ese momento soltó el arco y la flecha salió disparada al cielo, mientras en la cima de la montaña el centauro y el escorpión se desplomaban sin vida; sin embargo en el rostro del centauro se dibujaba una sonrisa y rodaba una lagrima. Sus vidas se habÃan ido en la flecha y a medida que subÃa dejaba una estela de fuego a su paso. Cuando llego más allá de las estrellas exploto y de las partÃculas se formo en el cielo la constelación del centauro y el escorpión.
Desde entonces aparecen en las noches dos seres que traspasaron el plano mortal al inmortal, acompañando al sol en su peregrinar celestial hasta el final de los tiempos.
|
|
0
Comments
|
|
La muchacha del reflejo
|
Posted:Dec 6, 2007 6:28 pm
Last Updated:Jan 27, 2009 10:36 pm 5456 Views
|
LA MUCHACHA DEL REFLEJO
Aquel dÃa el andén estaba que no cabÃa ni un alfiler, -como casi siempre a esa hora- habÃa transbordado en Pino Suárez, de la lÃnea uno a la dos. Cuando el vagón llegó me arme de valor y coraje, en un pequeño hueco traté de colarme al tiempo que el timbre sonaba y se cerraban las puertas, prácticamente en mis narices, pero no podÃa esperar al siguiente "gusano suburbano" de hacerlo llegarÃa tarde a mi cita.
Con mi cara pegada al cristal la vi, porque sólo ciego no podrÃa percatarme que era diferente a todos los rostros hoscos, inhóspitos, grises. Brotaba bella, frágil, cual rosa en un pantano; pero más que su belleza me llamó la atención su mirada, aún cuando la contemplaba a través del reflejo debido a la oscuridad del túnel y no pude evitar dejar de obsérvala .
Asà llegamos a la estación Zócalo, bajo y subió mucha gente, volvà a mi posición inicial, pegado al cristal, ella estaba en el mismo sitio, tuve la impresión que se dio cuenta de mi atrevido proceder, porque me sonrió y el rubor me invadió, justo en ese momento llegamos a la estación Allende, ahà solo bajaron unos cuantos, cuando se cerraron las puertas constate que seguÃa a bordo, pero lloraba, una gran melancolÃa me envolvió, quise voltear, abrazarla, consolarla, -un ser asà no merece sufrir- pero tuve miedo y la gente que me apretaba contra la puerta no me lo permitirÃa.
Llegamos a Bellas Artes, aún cuando hubo quién descendió muchos se arremolinaron contra la puerta para poder salir en la siguiente estación. La volvà a mirar a través del reflejo, a pesar de que ya no lloraba se le notaba una gran preocupación, querÃa hablarle, acercarme a ella, presentarme, exteriorizar mis sentimientos, no sea que abandonara el vagón y no la volviera a ver.
En Hidalgo la gente me empujo con tal fuerza que salà disparado, apenas pude esquivar el cauce de aquel rÃo humano. Como pude me introduje nuevamente, el pánico me envolvió, no querÃa perder mi cita ni la oportunidad de hablarle a esa muchacha, pero algún buen samaritano me empujó y solo asà pude continuar mi recorrido. En ese momento cerré los ojos, temÃa que ya no estuviera, al abrirlos sentà alivio al verla, eso me alegro, pero cansado de tantas especulaciones volvà la mirada hacÃa donde estaba ella, para verla en toda su belleza y esplendor, al hacerlo me lleve una gran decepción al descubrir que no estaba. -¿cómo era posible?- Mire nuevamente el reflejo y al menos ahà sà estaba. La gente me comenzó a ver de manera extraña, veÃan la desesperación y confusión reflejada en mi rostro, no comprendÃan lo que pasaba, Yo mismo dudé de mi cordura. La muchacha compadeciéndose de mi caos mental me guiñó un ojo, me mandó un beso y me dijo adiós con la mano; miraba sin dar crédito cuando la luz de la estación Revolución me anunciaba que hasta ahà se acababa mi boleto. ¿quién fue? tal vez nunca lo sabré, pero sea quien sea o lo que fuera quede prendado de sus bellos y profundos ojos, de su cabello pelirrojo, su tez blanca, aunque baja de estatura grande en personalidad.
No fue un sueño, si lo fue quisiera volver a soñarlo y si no, no quiero despertar.
Rene Febronio Maestro
|
|
0
Comments
|
|
CRÓNICA DE UNA CITA QUE NO EXISTIÓ
|
Posted:Nov 19, 2007 11:42 pm
Last Updated:Dec 10, 2008 10:29 pm 5153 Views
|
Ese dÃa me habÃa quedado de ver con Anaid, el reloj del parque marcaban 11:55 faltaban cinco minutos para la cita, lo primero que hice fue mirar alrededor de la banca que acordamos serÃa el punto de reunión con la esperanza que llegará antes pero no fue asà y decidà tomar asiento.
Doce campanadas de la iglesia me anunciaba que la hora habÃa llegado, nervioso me ajuste el nudo de la corbata y me limpie algunas gotas de sudor que delataban mi ansiedad por verla, por estar a su lado, el solo hecho de evocarla me daba escalofrió, aceleraba mi corazón al limite. En ese momento vinieron a mi mente los recuerdos de cómo por semanas busque la manera de invitarla, pero cuando me acercaba a ella, o marcaba su numero telefónico no podÃa emitir palabra alguna, pero un dÃa sin querer casi choque con ella, la tuve frente a mi y al mirar sus hermosos ojos supe que mi destino era estar a su lado y la invite a salir y ella azorada me dijo que si, y quedamos de vernos en esa banca del parque. En ese momento recordé porque estaba ahÃ, al mirar mi reloj me percate que habÃan pasado treinta minutos y ella no llegaba.
Como resorte salte y gire 360 grados ¿en donde estaba? ¿por qué no habÃa llegado? Y mi tormento comenzó, mil preguntas más surgieron, ¿se le habrá olvidado...? ¿le sucedió algo...? y si... ¿se enfermo? Cada segundo era un cuestionamiento y el tiempo se volvió lento y tedioso.
Y una voz interna surgió:
-¡Vete, ¿qué esperas? Si ella hubiera querido verte estarÃa aquÃ, no le importas, ¿crees que vales la pena? ¿por qué habrÃa de interesarle tu persona?.
Esa voz se ensañaba conmigo, hasta el sol parecÃa confabularse en mi contra sus intensos rayos me azotaban sin piedad, mi cuerpo se debilitaba y mi paciencia también....
La una de la tarde y seguÃa esperando a Anaid. La gente iba y venÃa, buscaba desesperado su rostro entre aquella multitud pero era inútil, tanta gente y sol me sofocaban, mi imaginación comenzó a elucubrar .
-¿Por qué sigues esperando? ¿por qué no te has ido?
Y en verdad nada me detenÃa pero seguÃa hablando conmigo mismo. Pero otra voz surgió repentinamente, pero a diferencia de la otra esta voz era amable....
-Esta es una prueba para que valores tus verdaderos sentimientos por Anaid, ¡asà que ya no te quejes...! si no lo puedes asimilar no eres digno de Ella y mejor vete, olvÃdala, porque no la mereces.
Esa voz ya casi la habÃa olvidado, de niño me dictaba la manera correcta de ser y hacer las cosas, solo que a medida que crecà se fue borrando de mi memoria, hasta que me convertà en adulto con todo lo que implica, con las conveniencias sociales y morales que dictan las personas mayores. Por eso me dio gusto reencontrar mi pasado. El sentimiento que habÃa producido en encuentro de aquellas voces me hizo titubear y después ya no sentà rencor, ni alegrÃa, ni odio, un vació llenaba mi interior cuando su imagen surgió al tiempo que la voz de mi infancia me explicaba:
"Antiguamente, en otras épocas, cuando todo era magia, cuando lo natural y lo sobrenatural convivÃan, en la era de los alquimistas, del sÃmbolo. HabÃa mozos que para aspirar a sus más caros anhelos, para hallar ese amor por demás inalcanzable luchaban contra todo, aun con Dragones...
-¿Luchar contra Dragones...? - resonaba dentro de mis ser, algo me decÃa que en esa ultima frase se encerraba la clave de todo.
Volvà a ver la hora, eran las dos de la tarde y seguÃa esperándola y me pregunte. ¿dónde encontrare un Dragón? Al tiempo que las dudas y temores se alejaban y me sentÃa con una fuerza nunca antes sentida, me sentÃa capaz de luchar no con uno sino contra todos los dragones que existieran , con tal de ser merecedor de su cariño, y es más.... ¡es posible que algún dragón la hubiera raptado! Manteniéndola cautiva con tal de que no estuviera a mi lado. Pero ¿dónde lo encontrarÃa...?
De esa manera dieron las dos treinta y Anaid no aparecÃa, ya no pedÃa un Dragón, me conformaba con un molino de viento, total, me tiraba al suelo o me mandaba al cielo. Entonces medite en el tiempo que hasta ese momento llevaba y pensé que aun cuando no llegarÃa ya no me importaba, porque su imagen crecÃa dentro de mi a medida que pasaba el tiempo, sentà algo de pena por esos sentimientos de duda, desaliento, tristeza. En aquellas horas apocalÃpticas me habÃa rebajado a la altura de una bestia, un monstruo o... -una luz cruzo mi mente- ¿tal vez como un Dragón? Fue cuando comprendà lo que esa voz interna me habÃa querido decir. -... para hallar ese amor por demás inalcanzable luchaban contra todo, aun con Dragones...-
Al Dragón no tenÃa porque buscarlo, lo tenÃa dentro de mi, y para vencerlo debÃa saber como era, ahora me daba cuenta que esa bestia de defectos, ignorancia me habÃan alejado de ella. Tal vez ese animal interno no permitÃa que ella viera lo sincero, lo verdadero de mi ser, quizá era la razón por lo que la sentÃa tan cerca y tan lejos, era ese el motivo que creó un muro entre nosotros. ¿Esta era la transmutación de los alquimistas? No lo se a ciencia cierta, pero realmente sentà un cambio interno. Se que ese dragón, esa bestia que todos llevamos jamás la podremos destruir, porque es parte del ser humano, su complemento y equilibrio. A esa bestia se le puede hacer dócil. es entonces cuando uno tiene el control, su fuerza se aprovecha y la transformación es real.
Ahora entiendo porque el amor es el arma más poderosa del universo, ahora me sentÃa seguro, más fuerte, más lucido, ya nada me detendrÃa. No importaba que no hubiera llegado a la cita.
Tres de la tarde. Anaid no llego fÃsicamente, pero no era necesario, porque habÃa transmutado esas limitaciones de tiempo y espacio. Ya era digno y merecedor de su amor. Encamine mis pasos a casa, al tiempo que pensaba. -todo esto me sucedió porque no llego... ¿qué pasarÃa si encontrará el Santo Grial?- Bueno... creo que lo tratare de encontrar en la siguiente cita que me dejen plantado.
|
|
0
Comments
|
|
IXCHEL E ITZAMNÁ
|
Posted:Nov 19, 2007 11:34 pm
Last Updated:Dec 16, 2007 1:53 pm 6491 Views
|
"Hay sueños que solo y serán sueños..."
Mientras Cirano hacÃa un boceto de la diosa maya Ixchel, su mente evocaba a su encarnación, pues desde que conoció a Ixchel algo cambió en su interior, antes de conocerla no habÃa escuchado ese nombre, o si lo escucho alguna vez no lo impresiono sino hasta que provino de sus labios, después de conocerla alguien le regalo una pintura de la diosa, Cirano se sintió perturbado ante tantas casualidades o mejor dicho causalidades, ya que la imagen de la diosa imponÃa cierto temor; la diosa es una anciana que lleva una serpiente por corona, su falda esta adornada con huesos y en sus manos sostiene una olla.
A pesar de la aparente malevosidad, Cirano intuyo algo maravilloso y hermoso, tal vez porque es mujer y posee esa ambigüedad atrayente, cautivado por esa antigua diosa se dedico a investigar su simbolismo y descubrió que era diosa de la luna, patrona de las parturientas e inventora del arte de tejer.
Cirano se pasaba los dÃas delineando su rostro con sus dedos, trataba de encontrar alguna similitud con la Ixchel que conocÃa y la interrogaba.
-Diosa Ixchel. ¿de qué artificio se ha valido para hechizarme? ¿qué red ha tejido para atraparme?
Y Cirano evoco los ojos claros de su amada y se dejo llevar hasta otro tiempo y se veÃa asà mismo como un anciano desdentado, de mejillas hundidas y nariz prominente, al girar la vista vio a su lado a la diosa maya que lo tomaba de la mano; justo en ese momento Cirano volvió a la realidad, asombrado por la visión o sueño que acababa de tener. Inquieto se fue en busca de su amigo que le regalara la imagen de la diosa y al platicarle lo sucedido le comento: La descripción que me has dado corresponde a la del Dios Itzamná, fue dios del sol, de la medicina, resucitador de los muertos; regalo a los mayas el dibujo, la escritura. Es más por aquà debo tener una imagen de él.
Y al mostrarle la imagen Cirano se sorprendió, su sueño concordaba con lo que veÃa. no menos tranquilo se fue a su casa, algo confundido tomo la foto de su musa y la de la diosa, trataba de hallar algo lógico entre ilógico e irreal del asunto. Porque qué relación podÃa existir entre ella y la diosa, Itzamná y el, los dioses con ellos, en fin era una locura creer que unas antiguas y casi extintas deidades reencarnarán en ellos. lo que no podÃa negar es que desde que la conoció se sentÃa unido a ella por algo especial, algo no mundano, tal vez divino.
Cirano Guardo en un sobre la imagen y la fotos de las Ixcheles, ya no las necesitaba, ya que las llevaba grabadas en su corazón y mente, no le importaba si era encarnación de Itzamná, o si su amada Ixchel correspondÃa a sus sentimientos. solo le importaba seguir dibujando, escribiendo, resucitando viejos sueños e ideales; eso si era importante.
Rene Febronio Maestro
|
|
0
Comments
|
|
TRANSMUTACIÓN
|
Posted:Nov 19, 2007 11:28 pm
Last Updated:Mar 13, 2009 10:37 pm 5121 Views
|
No recuerdo si lo leÃ, lo soñé, me lo contaron o simplemente imaginé que si ascendÃa en aquel volcán conocerÃa un Hombre capaz de aclarar mis dudas.
Aquel comentario despertó en mi una gran curiosidad por conocer tan Santo Varón, despierto o iluminado como suponÃa deberÃa de ser, por el solo hecho de vivir solo y a una altura tan elevada, si alguien puede sobrevivir ahÃ, realmente es especial.
Desde Pequeño siempre tuve afición por montes, montañas, volcanes, por aquellas regiones etéreas, tan alejadas del hombre común y tan cerca de Dios; de hecho llegue a creer que alguna Deidad, Gnomo o Criatura Fantástica habitaba en aquellos lugares, incluso hubo ocasiones en que llegue a sentir como si me llamarán, me invitarán a subir.
Asà fui creciendo, con esa fascinación comencé por subir montes y montañas, pero nunca habÃa ascendida a un volcán.
Embriagado por la sensación de ver el mundo de manera más amplia. de un punto más alto, abandone el edificio donde nacà y crecÃ, me mude a una montaña donde existe una hermosa vista de toda la ciudad. Al oriente se elevan dos gigantes somnolientos, volcanes de nieves eternas. Uno con la silueta de una Mujer Dormida el otro de su Amante Suplicante.
En mi hogar me sentÃa seguro, protegido, en paz, alejado de la mancha voraz de la ciudad que devora y destruye todo a su paso. Pero mis sueños y anhelos eran mayores a lo que hasta ahora conocÃa por eso cuando mi vista se detenÃa en aquellos Gigantes Blancos soñaba en algún dÃa pasará lo que pasará estarÃa con ellos.
No se cual de todos los motivos hicieron que, por fin me decidiera a ascender al Amante Suplicante, sabia que no serÃa nada fácil y me preparé para ello, fÃsica y espiritualmente para llegar a la meta trazada. Por eso cuando llegue al pie del volcán lo mire y al hacerlo me sentà el ser más inferior de la naturaleza, ante ese sentimiento le pedà autorización al volcán para poner mis profanos y torpes pasos sobre su dura roca e incorrupta nieve.
Asà comencé mi ascenso inicie en la mañana y termine al anochecer, en que llegue al limite de la roca y la nieve, en donde hice una pausa para descansar, me senté sobre una roca y descargue el equipo, mientras comÃa mire mi punto de partida, ¡en verdad que es impresionante la vista! Pero aun faltaba mucho por ver y ascender.
Como estaba oscureciendo las primeras luces de la ciudad se encendieron hasta que quedo toda iluminada, pero esa noche era tal vez la más oscura de mi vida, en eso estaba cuando contemple el cielo y vi el espectáculo más maravilloso, estrellas y más estrellas, como si un Divino Pintor hubiera salpicado con su pincel el lienzo universal, y Yo estaba en medio de todo aquello, mire nuevamente la ciudad y ya no sabÃa si parte del cielo habÃa caÃdo en la tierra o la tierra reflejaba a la Bóveda Celeste.
Trate de dormir un poco, pero me fue difÃcil hacerlo, no se si fue el cansancio o la soledad pero empecé a preguntarme: ¿Qué hago aquÃ...? cansado y con frÃo ¿era necesario pasar por todo esto, por un sueño o comentario? En el trayecto habÃa olvidado al hombre que vivÃa en la cima, pero... ¿realmente existÃa? mil dudas y temores me invadÃan, me paralizaban, pero habÃa subido mucho para desistir y muy poco para mis ideales, por eso me volvà sordo a mis preocupaciones, al hacerlo me quede dormido.
Después de dormir un par de horas el frÃo me despertó, consulté al reloj y creà más adecuado continuar con el ascenso, a pesar de que aun era oscuro, prepare mi equipo, me puse mis crampones, tome mi piolet y los lentes para protegerme del reflejo de la nieve y reanude la marcha; a pesar de la oscuridad, la nieve brillaba e iluminaba el camino.
Después de caminar un buen rato me empecé a impacientar, pues cuando creÃa que esta más cerca de la cima esta se alejaba, parecÃa que se burlaba de mi. por si no fuera suficiente mi mochila y equipo parecÃan como si a cada paso aumentará su peso, haciendo más lento y difÃcil el ascenso; como si de pronto cargará con mis dudas, temores, odio e ignorancia. Tal era el esfuerzo que empecé a sudar, cada gota de sudor que se mezclaba con la nieve aligeraba mi conciencia y mi carga.
AsÃ, poco a poco me aleje de la vida común, de gente común, con sueños y metas más comunes, eso también era un alivio; entonces solo mire el camino y lo seguÃ. Al principio querÃa llegar justo al amanecer para saludar al Padre Sol, pero en ese momento solo me interesaba llegar, ya no me interesaba llegar a una hora especifica, ni si alguien vivÃa en la cima, ni si estaba cansado o si faltaba mucho, sólo me convertà en uno con la nieve y la roca, ya no era un extraño o profano en aquel sitio, sino parte del propio volcán. Por eso no me di cuenta cuando llegue a la cima, sólo me deje caer de rodillas y mire a Oriente, donde un pequeño rayo de luz trataba de abrirse paso entre la oscuridad, presencie la eterna y diaria lucha de la luz y las tinieblas, la luz se fue imponiendo, como supuse lo harÃan las tinieblas al anochecer, pero era de dÃa y la luz se hizo. Me levante, alce los brazos como si quisiera tocar con mis dedos al cielo, cuando aclaro y huyeron las sombras pude ver el horizonte, me quede mudo ante tal espectáculo; las nubes flotaban a mi lado, entonces la pequeñez que sentà antes de subir se invirtió, de pronto me sentà como un ser mitológico, mágico, semidivino. Al fin me sentÃa libre de peso o remordimiento. Solo algo opaco mi alegrÃa, pues al mirar la ciudad de donde habÃa partido, me di cuenta que era el único sitio donde la oscuridad no se habÃa disipado, un humo negro lo envolvÃa todo, ¿qué diferente se ven las cosas a medida que va uno ascendiendo? ¿Hasta que punto esa oscuridad que el hombre emite no ha penetrado en su corazón y mente? nublando sus sentimientos y pensamientos, acortando su visión del mundo y sus vidas; desvÃe mi vista para no seguir viendo eso. Me habÃa costado mucho para llegar ahà y no valÃa la pena, al voltear vi a la Mujer dormida, hermosa con su manto blanco, comprendà al amante suplicante que se habÃa postrado a sus pies desde épocas inmemoriales y yo también me convertà en su devoto amante.
Gire 360 grados y solo encontré el cráter y fumarolas, entonces recordé uno de los motivos que me habÃa llevado a ese sitio, pero no encontré nada, sin embargo, no me sentà mal, al contrario, entonces mire nuevamente al horizonte, lo que habÃa encontrado era mucho más de lo que habÃa esperado; mire nuevamente a la mancha insensible y oscura de donde habÃa partido; y me comprendà que era tiempo de volver, no podÃa quedarme, habrÃa sido en vano todo el esfuerzo, en algún lugar de esa oscuridad debÃa existir alguien que comulgará con mis inquietudes, que me comprenderÃa y entendà que nada es realidad o fantasÃa, sino hasta donde uno quiere, vi las cosas desde otro ángulo y tenÃa que descender, pues mientras exista alguien que mire las cosas desde otro ángulo el mundo no se estancará y habrá esperanza para disipar la oscuridad.
Baje al mundo común, pero yo ya no era común, subà a un volcán buscando a alguien, tal vez ese alguien nunca existió, solo hasta que llegué a la cima, yo subà buscando a un Hombre y me encontré conmigo mismo y recobre la vista.
Rene Febronio Maestro
|
|
0
Comments
|
|